El Camino de Santiago en Mountain Bike


ETAPA 1 (06/09/2004): RONCESVALLES – PUENTE DE LA REINA (81 Km)

         Los caminantes empiezan muy pronto la jornada, a las 6:00 ya es generalizado el movimiento de peregrinos, vistiéndose, recogiendo cosas, dirigiéndose y viniendo de los aseos, calzándose, etc, y sin embargo no se hace demasiado ruido con lo cual esperamos un poco en la cama ya que nosotros, de noche y sin las bicis, no tenemos prisa.

         Cuando ya va quedando poca gente en el interior nos levantamos, nos duchamos y después de vestirnos de “romano”, recoger y guardar las cosas en las mochilas, abandonamos el albergue sobre las 7:30 ya que a las 8:00 lo cierran para hacer limpieza.

         A las 8:30 llamamos a Halcourier, a Pamplona, para preguntar por las bicis, se quedan con mi teléfono para llamarme cuando llegue el repartidor de esta zona y así decirnos cuando vendrá a traerlas.

         A las 9:00 me llamaron de Halcourier y me dijeron que el repartidor venía hacía Roncesvalles y sobre las 10:00 tendríamos las bicis, la verdad es que en Halcourier se portaron bien y además empezaron el reparto por allí para que nosotros no demoráramos nuestra partida, para ellos nuestro primer agradecimiento en el Camino.

         A las 10:15 llegan las bicis y las recibimos con una alegría fuera de serie, inmediatamente nos ponemos a desembalarlas y montarlas.

         Terminamos de montar las bicis y colocar las mochilas en los portabultos, después de hacernos unas fotos de recuerdo, a las 11:00 por fin partimos hacia Santiago, COMIENZA LO AUTÉNTICO.

         Juan quiere hacer todo el Camino por el sendero y las pistas por donde van los caminantes, a mí me asusta un poco por la poca experiencia que tengo en montaña y lo duro de algunos tramos trialeros, también me ha dejado impresionado el peso de las mochilas en la rueda trasera, nunca hubiera pensado que se notara tanto, sobre todo en las subidas, pero en principio nos metemos hacía el camino.

         Llegamos a Litzoain, donde llenamos nuevamente de agua los bidones, y después de cruzarlo iniciamos la subida al alto de Erro, en la subida yo iba muy tocado, el calor y el primer día de marcha por aquel terreno tan abrupto me estaban tocando la moral, me caí, dado que aquello era un reguero de piedras y de grietas, viendo que Juan ya había tirado para adelante y que no me apetecía subir aquella cuesta tan abrupta empujando la bici, decidí retroceder a Litzoain y subir el Erro por la carretera, no sin antes enviar un recado por unos ciclistas a Juan de que iba por la carretera.

         La subida por la carretera fue dura pero fácil de llevar y al poco tiempo llegué al alto donde me dispuse a esperar a Juan, estaba terminando de beber un trago de agua cuando apareció por el camino, bajamos por la carretera hasta Zubiri, en este pueblo paramos a comprar los bocadillos.

        El ambiente del Camino es de absoluta camaradería, la gente se saluda, se da los buenos días y sobre todo se desean unos a otros ¡buen Camino!, los peregrinos se ayudan mutuamente y son una multitud los que circulan entre caminantes y ciclistas.

        Continuamos por el Camino hacia Pamplona y en una zona dificultosa por lo estrecho del sendero y el talud lateral que teníamos a nuestra izquierda, Juan se cayó y se hizo daño con el manillar en la rodilla. Cerca de Irotz paramos en un área de descanso para tomar los bocatas, al terminar de comer seguimos hasta Pamplona por carretera ya que yo, de momento, estaba harto de pistas trialeras.

         Cruzamos Villava, la patria de Indurain, siguiendo perfectamente las flechas amarillas, que te preceden durante todo el Camino hasta Santiago, pero en algún punto las despistamos y nos perdimos a la entrada de Pamplona, hay que tener en cuenta que las flechas están puestas para los caminantes y en las ciudades a los ciclistas no nos queda más remedio que ir por la derecha, mientras que los caminantes lo hacen por la izquierda y eso dificulta seguir el itinerario marcado por la flechas cuando te quedan al lado contrario de una gran avenida por la que ruedas.

         Seguimos siempre las indicaciones que nos conducían hacia Logroño pero nos vimos saliendo de Pamplona por una autovía, pronto empezamos a encontrar abundantes obras en la carretera, por lo que era un trayecto muy agobiante. Un poco más adelante había una gasolinera y en ella preguntamos por Cizur Menor, Zariquiegui o cualquier otra forma de retomar el Camino y abandonar la carretera, no nos supieron explicar muy bien, Cizur ya había quedado atrás así que nos mandaron salirnos por unos viales en obras y meternos hacía el interior, llenamos los bidones de agua, que luego resultó ser malísima, y continuamos.

         En Zariquiegui paramos a llenar los bidones y tirar la asquerosa agua de la gasolinera, nada mas reemprender la marcha nos encontramos con la subida al alto del Perdón, un sendero infernal de piedras y grietas de tan solo 50 cm de ancho y con una pendiente considerable, yo lo hice andando y empujando por la bicicleta lo cual es un martirio añadido,  la postura no es comoda para subir, tienes que coger el manillar para empujar la bici y ello te obliga a estirar los brazos y retroceder el cuerpo para realizar el empuje necesario para vencer el peso de la bici con las mochilas puestas, pero creo que andando, en bici, o empujando la bici, subir cualquiera de los altos míticos que se encuentran a lo largo del Camino siempre es un reto y una dificultad que termina en una profunda satisfacción cuando la superas y te ves en la cumbre.

        Cuando llegué ya llevaba Juan 15 minutos allí, esperando, ¡es un campeón! pero nos paramos a hacer una foto en un alto que nunca olvidaré.

         No nos entretuvimos mucho por que estaba empezando a llover, y no saboree demasiado tiempo la satisfacción de haberlo subido aunque fuera en el tren de San Fernando, un rato en bici y otro andando, ya llevaba toda la tarde amenazando agua y aquel calor que hizo presagiaba una tormenta.

         Bajamos hacia Puente de la Reina por la carretera ya que nos dijeron que por el Camino estaba fatal y ello unido a la prisa por escapar del agua que se nos avecinaba nos dio alas. A mí parece que se me curó de golpe la pájara que traía y volé sobre la bicicleta hacia Puente de la Reina.

         Ya no nos entretuvimos en nada y entramos en Puente de la Reina a las 18:00, nos dirigimos al albergue de los Padres Reparadores y tras sellar las cartillas y pagar 6 € por cabeza nos preparamos para instalarnos, habían sido 81 Km de gran dureza, aquellas montañas navarras me infligieron un importante castigo pero también me dejaron un recuerdo imborrable.

         Dejamos las bicis amarradas con la cadena a una barandilla y subimos al primer piso del albergue, el albergue está muy bien, incluso hay Internet a disposición de los peregrinos, nos ha tocado una habitación de siete literas y los catorce que estamos allí somos todos ciclistas. Cogemos una litera, yo abajo y Juan arriba, nos duchamos, vestimos, dejamos los sacos estirados en las camas y nos vamos a dar una vuelta por el pueblo.

         Volvemos al albergue, este cierra a las 23:00, ya ha empezado a llover con ganas, yo me dedico, como cada noche durante todo el Camino, a escribir el diario con las vivencias del día.

         Nos vamos para cama, nos lo merecemos de verdad, para mi ha sido una dura jornada pero también ha sido la de toma de contacto con el camino, cada día que ruede estaré más en forma.